viernes, junio 26

Retorno sin vuelta



Ramón se detuvo en la entrada de su casa, dejó la maleta en el suelo y tocó a la puerta.

Luego de un momento, volvió a golpear, pero nadie abrió. Entró por atrás- por aquella ventana que tantas veces había sido cómplice de sus salidas a escondidas por las noches para reunirse con la peor pandilla de su barrio.
Cuando saltó hacia adentro, vio que en una silla, de frente a aquella ventana, estaba su padre sentado; frío y muerto con una nota en su regazo a medio terminar que citaba así:

_”Hijo-¿Cuándo entrarás por esa ventana nuevamente?-Nunca te lo dije, pero siempre a hurtadillas esperaba verte regresar para poder dormir en paz. No sabes cuánto…”

De rodillas y llorando, Ramón sólo comprendió que haberse ido de casa disgustado con su padre por una pandilla, jamás valió la pena.

lunes, junio 22

de Fábulas: Los árboles renegados


_¿Qué haremos hoy? ¿Acaso será igual que ayer y que todos los días?



_Pues qué querías, somos árboles.



_Es que me canso de ser un árbol. Creo que deberíamos evolucionar- ser algún animal o qué se yo...



_¡OH! También a veces siento lo mismo. Pero cómo;
¿Cómo podríamos evolucionar?



_Pues sequémonos, seguro luego volvemos a nacer en otro tipo de organismo.



_Estoy de acuerdo-dijo finalmente uno de los dos árboles.

Al otro día, amanecieron secos. Pero debajo de ellos, cientos de semillas comenzaron a germinar eternamente.



Moraleja: Si reniegas lo que eres, te alejarás cada día más de ser lo que quieres.

viernes, junio 12

La cortina del viento/The curtain of the wind.

La cortina del viento.
Por Laín Deba



En Auschwitz, durante la segunda guerra mundial, la cortina de una ventana era la silenciosa confidente de Daudeth. A la joven y hermosa judía, le había sido perdonada la vida, porque el capitán, Klaus Straffer, necesitaba una criada para todo servicio.
Y en una habitación, que era el lugar en donde ella debía acceder a los deseos más bajos del alemán; otras veces, también aquel espacio era terreno para desahogarse cuando se encontraba sola; aunque afuera, a unos cuantos metros, constantemente escuchaba lo que sucedía en aquel campo de concentración.
Desde aquella ventana, la joven, por el sólo hecho de querer respirar aire, observaba los horrores más grandes cometidos por el tercer Reich. Impiedades que más dolor sumaban a su ser.
Cierto día, ocho hombres abusaron de ella. Después de aquello, apenas se pudo levantar de la cama y se dirigió hacia la ventana. Tres soldados afirmaban a una mujer embarazada que en ese momento iba a dar a luz. La fémina colgaba de sus manos desde un madero, pues no podía parir. Los gritos y la escena, más helaron el alma de Daudeth. Pronto, vio llegar a escena al capitán Straffe; quien provisto de un cuchillo y rapidez, abrió el vientre de la judía, tomó al bebé, le cortó el cordón de unión, y lo arrojó a los perros. Luego, sacó su arma y disparó en la cien de quien ya jamás sería madre.


Y aquella cortina movida por el viento, una vez más, fue lo único que Daudeth encontró como refugio cuando brotaron sus lágrimas con impotente silencio.
En la tarde de ese día, el mismo capitán fue quien la encontró sin vida en aquella habitación.
Con la cortina que tantas veces movió el viento acariciando su rostro durante tanto tiempo, se ahorcó en una viga.

domingo, junio 7

Mar Profundo/Deep sea

Mar Profundo
Por Lain Deba




Se cuenta que en los tiempos de la antigua España
Del 1800, el mar profundo en una gran paradoja, fue el creador de una historia…


Cuánta nostalgia había en su mirada. Se sentaba en aquellas rocas internadas a unos cuantos metros de la playa a esperar que el mar le llevara y navegaba en su pequeña embarcación mar adentro cuando grandes tormentas se desataban. Había intentado infinidad de veces ahogarse, pero nada. Parecía como si aquella magnánima masa de agua se burlara de él. Simplemente no querían llevárselo.
Tanto sufrimiento en su corazón deshecho de amargura, porque un día el mar implacable, le arrebató al gran amor de su vida. Incluso una mañana corrió rápidamente hasta un bulto que se divisaba a lo lejos en la playa creyendo que era su amada, pero no; era el cadáver de un hombre que nunca se supo desde dónde llegó hasta allí.
El mar jamás devolvió el cuerpo de la mujer. Y en otra ocasión, paseando solitario por las arenas, encontró una argolla de oro; objeto que más dolor sumó a su existencia.


Pero un día que parecía uno más en su monótona existencia, y mientras yacía sentado en aquellas rocas frías, su mirada perdida fue interrumpida por el sonido de un golpeteo. Bajó la vista y vio una pequeña botella flotando en el borde de la piedra. La sacó del agua, la miró, y seguido de aquello quitó el corcho que la sellaba.

Sacó un papel enrollado de color rojo y comenzó a leer:



Mar, ¡Devuélveme a mi amado!
¡Entrégame su cuerpo!
Que quiero sepultarlo.


La roca envuelta en algas,
es mi alma desesperada,
Pues mi vida es amarga.

Si alguien lee estas letras, sepa que ya no deseo vivir.
Pero mar profundo, ¡Devuélveme a mi amado antes de partir!...





Isabel



Guardó el contenido en la botella, tomó su pequeña embarcación, viajó al borde de las costas durante tres semanas; en una roca encontró a la bella dama, y comprendió entonces que el hombre muerto, la argolla y el rechazo de las aguas para su muerte, era el mar profundo que le había estado hablando siempre…

miércoles, junio 3

La Maldición para el asesino de gatos/The Curse for the assassin of cats

¡Yo invoco a la gran Bastet!
¡Aij mal durú, menshal!
¡Estás muerto!
Cada cosa que te suceda, será por haber matado a tantos gatos, y estarás absolutamente conciente de ello.
De hoy en adelante, sólo oirás maullidos de felinos, y cada día, comprenderás menos lo que te sucede, porque estarás volviéndote loco de a poco…
Los gatos no te dejarán en paz y terminarás por suicidarte, en un accidente, en un incendio o asesinado.
¡Yo invoco a la gran Bastet!
¡Delante de la misma Bastet, morirás!¡Aij mal durú, menshal...



Así, con esas mismas palabras, una amiga decretó la maldición para un loco que andaba matando gatos con balines por su barrio. No sabía quien era, pero buscando información llegó a saber que a muchas otras personas les habían matado a sus felinos. Y sin razón aparente. Pero al desquiciado, se le ocurrió matar a una gata de mi amiga. Hubiese sido mejor que no lo hiciera, porque yo, sin creer en maldiciones, al final vi que cuando alguien tiene razones para algo, y lo desea con mucha fuerza, realmente su mente traspasa toda lógica.

Paso el tiempo, y parecía como si ella estuviera poseída por el mismísimo espíritu de Bastet que había invocado; y no descansó hasta saber que aquel desgraciado estaba muerto…

Escribió el juramento maldito, lo imprimió mil veces, se unió con muchos vecinos, salieron a pegar en los muros de su barrio el escrito, y también a arrojar el papel en muchas casas.
Según ella, era cosa de tiempo el saber del loco muerto. Y cuando más pasó el tiempo, un día supo que el infeliz había muerto.
Un vecino que pertenecía a la policía de investigaciones, a quien también le había matado tres gatos anteriormente, lo pilló justo en el momento en que intentaba matar a otro de sus animales, y le disparó; pues el policía le había estado esperando; y como era de la ley, sólo lo tuvo que entrar a su hogar después de muerto, diciendo que el hombre había ingresado a su casa a robar. Luego de su muerte, toda la gente que le conocía murmuraba que se había vuelto loco por la maldición, pues vivía hablando en contra de los gatos; razón por la cual todos supieron que sí era él el asesino. Y nadie dijo nada más del asunto.
Finalmente, el policía arregló todo para que pareciera un maldito ladrón más. Y se supo también, que aquel demente guardaba uno de los escritos de mi amiga, junto con el arma que se le había mal ocurrido disparar en contra de tantos gatos inocentes…