sábado, diciembre 13

Por mi hermano


…Zapatos altos, prendas brillantes y estolas de plumas, desfilaron por mis manos el día que ayudé a Daniela con su maleta caída, rota y abierta en medio de la estación de trenes. De regreso a Santiago fue imposible avisar a su novio, me comentó; quien también es bailarín.
Luego de aceptar un humeante café en agradecimiento por mi ayuda, ofrecí llevarla a su casa; después de todo mi hermano había abordado el tren cinco minutos antes, y yo ya no tenía nada más que hacer.
Llegando a su domicilio, Daniela escribió mi teléfono y aseguró que Francisco, su pareja, también insistiría en agradecer mi gesto.
Hasta el día de hoy, Francisco y “Daniel” se comunican conmigo para saber cómo estoy, y cada vez que voy a dejar a mi hermano nuevamente al terminal de trenes, recuerdo el día en que conocí a quien no reconocí.