sábado, diciembre 27

Tímido



Soy tímido. Tres meses llevaba ensayando las palabras para declarar mi amor a Francisca. Y aquella mañana salí dispuesto a hablarle a primera hora. Pero llegué tarde; ella ya había ingresado a su clase.
Dos horas más la esperé, y yo sin haber tomado desayuno y con los nervios a flor de piel.
Cuando por fin la vi y estuve frente a ella, mi estómago vacío rugió como león, e instantáneamente volví a ser tímido; mientras que para ella, cada vez que me ve, soy una risa burlona en sus labios.


Moraleja: “Para dar amor, no hay que estar vacío”.