martes, noviembre 22

Amores del Silencio


Cuánto lo amaba, cuánto. Hasta la silla de ruedas que lo sostenían, ella amaba; cada tuerca y fierro que la componía.

-Es que sencillamente lo amé aún más al verlo desvalido. Que esté vivo es un milagro. Ese caballo lo pisoteó hasta cansarse-decía.

Pero en el otro extremo quizá, el dolor que yo sentía era desgarrador, porque a pesar de todo, Antonia sonreía; siempre sonreía y cuidaba a Fernando como si él fuera flor de un día.

Y allí estaba él, en su silla. A veces mirando por la ventana o en el jardín bajo el Olivo, mientras mi hermana leía los libros que a él más le gustaban. Con la mirada perdida, mudo, quieto, sereno y frío como una piedra.

Conocí a Fernando cuando sus padres se presentaron en nuestra casa a pedir formalmente la mano de Antonia. Un matrimonio que desde hacía mucho tiempo estaba arreglado entre ambas familias.

Y aquella vez cuando lo vi, lo amé. Y así ha sido hasta hoy.

¿Por qué? ¿Por qué la vida se burla de nosotros? ¿Por qué a veces es como si nada encajara y todo estuviera revuelto?

Pronto debo casarme al igual que mi hermana mayor Antonia. Tú sabes que así son los asuntos en estos tiempos; pero yo no estoy de acuerdo. No podría vivir con alguien a quien no amo pues ni siquiera conozco; no me han dejado elegir y yo no soy como Antonia.

¡Dios mío! Sería como Fernando, viviendo la muerte dentro de la vida misma. Qué ironía. Además, no puedo seguir viviendo aquí, observando a quienes más amo desde lejos.

Mi amor por Fernando en el silencio seguirá siendo así, y el amor por mi hermana y familia también.

¿Cómo decirle a Antonia, que lo único que Fernando no perdió luego del accidente fue la capacidad de hablar?

Sí, la vida es una burla, pues también desde la primera vez que me vio, él me amo. Justamente hoy a la tarde me lo ha confesado. Pero he decidido alejarme de todo y de todos.

Catalina, mi querida amiga; sé que guardarás el secreto.

Viajo a Portugal.Te enviaré mi dirección cuando me establezca.

Con aprecio y agradecimiento por tu apoyo,

Te quiere,

Violet

jueves, noviembre 3

Todos Necesitamos Comunicar


Desde hace aproximadamente un año y una vez al mes, voy al centro de Santiago de Chile a pagar todas mis cuentas de una sola vez. Y luego que termino de hacer todo, me compro un helado o algo pequeño para comer y me dirijo a la Plaza de Armas para sentarme en alguna banca. No sé; me gusta estar allí y observar a las personas y el entorno. Y también dar comida a las palomas. Y aunque nunca me siento en el mismo lugar, es como si yo fuera una especie de confesionario ambulante, porque persona que se sienta a mi lado, comienza a hablarme y a contarme parte de su vida o situación actual.
Son tantas las historias que he oído; por ejemplo el señor Peruano que llevaba tres años en Chile trabajando y según él le iba bien; pero extrañaba tanto a su hija adolescente, que no pudo resistir ponerse a llorar conmigo. Supongo ya ha de estar nuevamente en su país.
En otra ocasión, una señora que esperaba a su pareja, me contó parte de su vida; al que esperaba era su amante. También otro señor una vez se me acercó y mientras ambos dábamos alimento a las palomas, me dio toda una charla de las costumbres de estas aves, pues su divorcio tuvo que ver con ellas; la esposa no soportó la casa llena del excremento de las palomas que él un día decidió criar. Aprendí bastante de las aves, el amor y la tolerancia de las personas.
Hay muchas historias que podría contar, porque me he dado cuenta que en la Plaza de Armas son infinitos los mundos que lleva cada ser en su interior y que existen muchas personas que necesitan que las escuchen. Pero es curioso, porque cuando me han preguntado qué hago yo allí o si espero a alguien, contesto la verdad; que me gusta observar en soledad a los demás y visitar a las palomas. -"¡Ah!”-dicen y siguen contándome sus historias.
Y así, una vez al mes, siempre hay alguien que desea hablar y ser oído en aquel espacio de todos. Es un lugar positivo y para el desahogo. Pienso. Los estudiantes de psicología, deberían ir allí. O quizá psicólogos y psiquiatras ya titulados.
Necesitaba escribir acerca de esto que observo una vez al mes, en 2 ó 3 horas.