domingo, septiembre 13

Efrien.El halcón peregrino



-¡Vuela Efrien! ¡Vuela!-Dijo Davial…

Efrein era un halcón veloz como el viento y fiel como la tierra.
Davial, que había sufrido una caída mortal en las montañas, con las fuerzas que aún le quedaban envió al peregrino en busca de ayuda.

El ave voló hasta que por fin encontró una cabaña en la cual divisó a un hombre; pero éste no comprendió el lenguaje de el halcón y a manotazos lo espantó y continuó cortando leña.
Efrein se posó en la copa del árbol que el hombre estaba cortando y emitió varios graznidos. Pero el humano seguía sin prestar atención al halcón. Luego bajó del árbol en picada y picoteó varias veces la mano del hombre quien empuñaba un hacha, hasta que el instrumento cayó al suelo. Seguido de aquello, Efrein intentó tomar el hacha con sus garras y volar en dirección hacia donde estaba su amo, pero le fue imposible; era muy pesada para el cuerpo de un ave. Tantas veces intentó levantar el hacha, que aquello produjo un dibujo en la tierra suelta de aquel lugar.
Efrein había creado una palabra; Savior. El nombre del hijo de aquel hombre, el cual había desaparecido hacía un año en las grandes montañas del valle. El campesino quedó perplejo e inmediatamente comprendió al Halcón. Fue en busca de su caballo y siguió raudo a Efrein.
Cuando llegó al lugar en donde se encontraba Davial; el hombre no vio a su hijo, pero quiso ayudar al accidentado. Con cuerdas se iba sosteniendo en aquella montaña para poder llegar hasta una saliente en donde se encontraba Davial sentado, pero con una pierna rota.
Ambos tuvieron que bajar rodeando la montaña, porque era la manera con la cual Davial sufriría menos al no tener que apoyar su pierna para soportar su propio peso en bajada recta.
Cuando llegaron abajo se dieron cuenta que ninguno conocía el lugar; y Efrein, que yacía en una gran roca un poco más allá, graznaba y graznaba nuevamente sin parar.
Davial le dijo al hombre que fuera a ver, porque su halcón por algo estaba emitiendo tantos graznidos.
El hombre rodeó la roca y atisbó un fuego que ya casi se había consumido y a un hombre apoyado en un árbol sentado de espaldas. Cuando llegó hasta el personaje, vio que tenía una venda con rastros de sangre seca que cubría sus ojos:
-¡Quién está allí!-exclamó el ciego.
-¡Savior!-respondió el padre.
El halcón voló y se posó en el hombro de su amo.



Moraleja:

Dicen que los animales ven más allá que los hombres; y que para quien sabe ver, el mundo es un gran rompecabezas.

2 comentarios:

Javier Ortiz dijo...

Laín: Estoy de acuerdo con la moraleja, a veces el ser humano no busca más allá de lo que sus ojos ven, y cuando lo hace, sólo encuentra cosas ininteligibles…

Un excelente relato, bañado de imágenes de principio a fin.

Saludos.

Laín dijo...

..qué buena manera de resumir el relato, mi amigo.Razón tienes.

Gracias por pasar por aquí.

Salu2